Siempre he sostenido a cualquier costo, que el periodista
tiene derechos integrales inalienables, dignos de todo respeto, lo que no puede
ni debe es utilizar su tribuna como altavoz de sus intereses y
predisposiciones, políticas, religiosas, sexuales o de otra índole personal,
eso es traicionar el principio de responsabilidad ética e imparcialidad.
Cuando se escribe o comenta sobre temas de fanatismo como la
religión o la política, se puede sin quererlo, pasar la débil línea del límite
permitido y tomar partido, situación que devela al personaje y lo hace débil a
su mensaje y susceptible de críticas destructivas, el papel del periodista es
informar y asumir el difícil riesgo de orientar, es su decisión.
Un país polarizado, ignaro y violento como el nuestro tiene
que saber cómo utiliza y maneja los medios, se debe ser preciso y contundente
así ello afecte algunos intereses, lo importante es mantener la equidad y la
cordura informativa, que tiene el mismo valor que tuvo antes la palabra para los
abuelos, la vida por su palabra, era su firma y punto, hoy la palabra es un
medio de engaño, y encubrimiento, se maneja sin responsabilidad y no importa el
daño que cause.
La segunda vuelta tiene como protagonistas a dos personajes
para nada queridos por la comunidad que no tiene como expresarlo a través de
los medios y tampoco lo hace a través del voto, sencillamente porque no encuentran
un candidato que cumpla con el requisito de reivindicar la desigualdad social y
el combate a la corrupción, en conclusión, la vida sigue igual y la miseria
campeando por las barriadas y los campos Colombianos.
Los personajes están plenamente identificados, uno es real y
el otro es impostado, es imagen en cuerpo ajeno: “aquí vive el presidente, pero
el que manda vive al frente”, desconocerlo es necio y tapar el sol con las
manos, a nadie con un gramo de cordura se le ocurre pensar que el señor Zuluaga
por muy buena gente que sea es el dueño de los votos, la mentira comunicacional
a través de los medios ha logrado hacer ese endoso que no lo veo consistente a
futuro, la verborrea de la violencia no es el camino, el miedo no es la solución,
llegará el momento en que el flojo estalle, no más mentiras terroristas.
Me duele por el país con hambre, del que hago parte que ahora
se ponga todo el poder económico del estado al servicio de una campaña, pero no
hay otra solución, como dijo el actor Rubiano: “para que pruebas pisa, las
elecciones son suficientes”, no sigamos con el terrorista lenguaje de más
guerra, eso es imposible, o es que nos vamos a armar y a disparar todos?, la
paz es un objetivo y tenemos que buscarlo como sea, no más violencia, no mas
terrorismo venga de donde venga.
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